Allí estábamos otra vez tú y yo, juntos. Como si
nada hubiera pasado. Ajenos a lo
que el futuro nos deparaba. Podía sentir claramente el tacto de tu mano, la
agradable brisa en la cara o el sol reflejado en tus cálidos ojos. La sensación
era tan real que no quería que desapareciera. Volví atrás mi mente y mis
recuerdos me llevaban a todos esos instantes que pasamos unidos, fielmente
enamorados...
Nuestros
primeros años de noviazgo adolescente, tan apasionados, tan locos. Con tantos
planes de futuro por hacer. Unos posibles, otros, tan solo sueños de dos
jóvenes amantes con la cabeza llena de cuentos de princesas y caballeros.
Vuelvo a vivir el día mas importante de mi vida, cuando por fin nos casamos. El
día que nuestro mejor sueño se hizo realidad, unir nuestras vidas para siempre.
Sueños de compartir una vida que muchos quieren pero que pocos consiguen. Ser felices y disfrutar de cada minuto
juntos. Criar unos hijos preciosos y que en su momento, sean nuestros nietos
quienes cuiden de nosotros… y amarse como el primer día.
Pero no
podía ser. Empezaron a llegar rumores, noticias de que algo horrible estaba
cada vez mas próximo. Algo que solo la estupidez del hombre podía provocar.
Pronto empezó a caer sobre nuestra ciudad el dolor, el llanto y el sufrimiento.
Se veía el cielo plagado de aviones, soltando como mensajeros de la muerte, su
terrible carga de horror y desolación. Nadie entendía lo que estaba pasando. La
gente corría de un lado a otro sin saber que hacer o donde podrían protegerse.
Una explosión cercana a nosotros hizo que dejáramos de correr y nos abrazáramos fuerte junto al suelo. Pero tú ya no
te levantaste. Ese momento me robó algo mas importante que mi propia vida. A ti.
Ahora que vuelvo a la realidad, veo que esa
maldita bala solo me ha rozado haciéndome perder el conocimiento. Llevo un mes
arrastrándome por cada mugriento agujero de unas tierras inundadas de sangre
junto a otros muchos hombres que como yo, tienen el miedo pegado a sus caras
porque tampoco tienen ni idea de que demonios están haciendo allí. Hombres
matando a hombres solo porque "es su deber". Seguro que al otro lado,
donde resplandece el fuego hacia nosotros del que dicen nuestro enemigo,
también los hombres pensarán igual. Matan solo porque alguien lo dice.
Pensar en ese amor que han dejado atrás es lo único que les separa de la
locura a muchos de ellos. Quizás algunos tengan suerte y puedan volver a
abrazar y a sentir otra vez el amor. Yo no. La única forma de estar contigo
creía que me la había dado esa estúpida bala que no supo hacer su trabajo. Da
igual. No estaba dispuesto a soportar ni un minuto mas aquel infierno y ni un
segundo mas lejos de ti. Tiré con rabia al suelo mi arma, mi casco y todo
aquello que pudiera impedir levantarme. Me incorporé y empecé a trepar por el
barro de la trinchera sin que nadie hiciera nada para que desistiera del
intento. Los compañeros me miraban con gesto de que ellos deseaban hacer lo
mismo, pero todavía no tenían el valor suficiente. Salí. Empecé a caminar hacía
ese resplandor entre balas y explosiones que silbaban junto a mí, aunque ya no
las escuchaba ni sentía ningún miedo. La imagen de tu sonrisa en mi mente era
lo único que me guiaba. Volvía a ser feliz porque sabía que iba hacia ti. De
nuevo juntos, mi amor. Y esta vez para siempre.
(Chema)
No hay comentarios:
Publicar un comentario