Tú, ser
despreciable, cruel, infame y ruin. Te mereces todo lo malo que te ha pasado en
tu miserable y rastrera vida, que seguro que es poco, para los “méritos” que
has hecho. Siempre trataste a los demás como si fueran escoria, sin darte
cuenta ni un solo día de tu triste vida, que quien de verdad tiene solo basura
en el alma, eras tú. Un alma tan oscura, como oscuros y tenebrosos fueron
siempre tus pensamientos, solo superados por algunos de tus más repugnantes
actos.
“Deshecho
humano”, decías, a la pobre gente que te encontrabas en la calle pidiendo una
limosna, rebuscando entre los cubos de la basura o durmiendo entre cartones en
los bancos del parque. Mira quien se va poner a dar lecciones de dignidad...
Cualquiera de ellos te daría con total seguridad, mil lecciones de cómo ser una
persona medio decente. Claro que tú, no conociste ni conocerás el significado
de esa palabra en tu vida.
Si. A ti
te hablo, ¿te molesta?, te incomoda que alguien por fin tenga los arrestos
suficientes para decirte las cosas claritas a la cara, ¿verdad? Pues vete
acostumbrando, porque a partir de hoy, no te pasaré ni una más. No me quedaré
mirando como tratas a la las personas como si fueran tus esclavos, tus fieles
siervos, con el único motivo en su vida que servirte a ti en tus depravados y
asquerosos fines. No amiguito, no, definitivamente, esto se acabó. Pensaba darte
un poco de confianza, un margen de tiempo, pequeño, eso si, para ver si por ti
mismo te dabas cuenta de que no podías seguir actuando de este modo, de que tu
vida se iba a pique y que a la gente que se acercaba a ti para ayudarte a mantenerla
a flote, no solo no les hacías ni el mas mínimo caso, sino que los arrastrabas
contigo hasta el mas fangoso de los fondos del ser humano. Pero me doy cuenta
de que ya es demasiado tarde para moratorias o dilatar mas una decisión que
debí tomar hace mucho. Porque cuanto más te hablo, más te odio. Cuanto más te
miro, más repulsivo me pareces y porque cuanto más te escucho, más me
deprimes…Das mucha pena, de verdad, y en tus ojos lo veo claro. En el fondo me
das la razón y estás de acuerdo conmigo. Quieres acabar con este infierno ya,
igual que yo. Lo haré, no te preocupes, lo haré… reuniré el valor suficiente y
acabaré con la desdichada pantomima, que algunos se atreven a llamar vida, de
ese rostro que me atormenta al otro lado del espejo.
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