martes, 9 de septiembre de 2014

Tú.



Tú, ser despreciable, cruel, infame y ruin. Te mereces todo lo malo que te ha pasado en tu miserable y rastrera vida, que seguro que es poco, para los “méritos” que has hecho. Siempre trataste a los demás como si fueran escoria, sin darte cuenta ni un solo día de tu triste vida, que quien de verdad tiene solo basura en el alma, eras tú. Un alma tan oscura, como oscuros y tenebrosos fueron siempre tus pensamientos, solo superados por algunos de tus más repugnantes actos.
“Deshecho humano”, decías, a la pobre gente que te encontrabas en la calle pidiendo una limosna, rebuscando entre los cubos de la basura o durmiendo entre cartones en los bancos del parque. Mira quien se va poner a dar lecciones de dignidad... Cualquiera de ellos te daría con total seguridad, mil lecciones de cómo ser una persona medio decente. Claro que tú, no conociste ni conocerás el significado de esa palabra en tu vida.

Si. A ti te hablo, ¿te molesta?, te incomoda que alguien por fin tenga los arrestos suficientes para decirte las cosas claritas a la cara, ¿verdad? Pues vete acostumbrando, porque a partir de hoy, no te pasaré ni una más. No me quedaré mirando como tratas a la las personas como si fueran tus esclavos, tus fieles siervos, con el único motivo en su vida que servirte a ti en tus depravados y asquerosos fines. No amiguito, no,  definitivamente, esto se acabó. Pensaba darte un poco de confianza, un margen de tiempo, pequeño, eso si, para ver si por ti mismo te dabas cuenta de que no podías seguir actuando de este modo, de que tu vida se iba a pique y que a la gente que se acercaba a ti para ayudarte a mantenerla a flote, no solo no les hacías ni el mas mínimo caso, sino que los arrastrabas contigo hasta el mas fangoso de los fondos del ser humano. Pero me doy cuenta de que ya es demasiado tarde para moratorias o dilatar mas una decisión que debí tomar hace mucho. Porque cuanto más te hablo, más te odio. Cuanto más te miro, más repulsivo me pareces y porque cuanto más te escucho, más me deprimes…Das mucha pena, de verdad, y en tus ojos lo veo claro. En el fondo me das la razón y estás de acuerdo conmigo. Quieres acabar con este infierno ya, igual que yo. Lo haré, no te preocupes, lo haré… reuniré el valor suficiente y acabaré con la desdichada pantomima, que algunos se atreven a llamar vida, de ese rostro que me atormenta al otro lado del espejo.







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