miércoles, 27 de marzo de 2013

Otra vez de vuelta.

Ya estamos aquí otra vez después de nuestro breve pero intenso viajecito a Madrid a mi revisión anual.
Esta vez, el viaje tuvo unas cuantas pequeñas pero bastante molestas incidencias. Empezamos en el tren, en la ida, cuando después de unas tres horas de viaje mas o menos, nos dícen que el tren tiene algunos problemas técnicos o mecánicos o yo que se. El caso es que nos avisan que iremos retrasados sobre el horario previsto. Bien.

Luego, a falta de una hora para llegar, me llama el encargado del hostal que teníamos contratado para pasar la noche y me dice que hay una avería en los calentadores de la planta donde está nuestra habitación (que casualidad) y que cuando lleguemos, nos dará la dirección de otro hostal cercano al cual pasaron nuestra reserva. Bien. Sí estaba cercano (aparte de que era bastante peor que el otro) pero algo mas lejos de nuestro destino en Madrid, lo cual iba a ser importante para la vuelta como veremos.


(esto es lo primero que ves cuando el tren te deja en Madrid. Cuando veo las torres de Florentino me siento como en casa)
A las 7'30 de la mañana siguiente, a levantarse para ir al hospital, y como a "alguien" se le ocurrió dias antes mandarme una carta a casa cambiándome la cita para las 9'15, pues hala. Pero como era previsible, a esas horas no hay resultados de nada todavía y tocaba esperar en la salita de espera a que te llamen. Total, unas cuatro horas allí hasta que salimos de consulta, eso si, con las mejores noticias de estos dos días.



( mi "Princesa"...)

Miramos el reloj e intentamos llegar rápido a la estación para cojer un tren que salía de vuelta tres horas y media antes que el nuestro. Pero como tuvimos que volver al hostal a buscar la maleta que habías dejado allí, y este estaba algo mas lejos que donde estamos siempre, y luego tuvimos que cojer un Metro, que estaba mas alejado,y tuvimos que hacer un trasbordo. Y luego otro, y luego el definitivo que nos llevaba hasta la estación. Y claro, con tantos "Y" por el camino...llegamos tarde. Por poco pero tarde.

Pues nada, cuatro horas tirados en la estación y encima reventados por la carrera inutil que nos habíamos pegado.

Pero no había acabado todo ahí, no. Encima a nuestro tren no se lo que le pasaba pero salió nada menos que con una hora de retraso, para rematar el día. Total, que al final no fueron cuatro, si no cinco las horas en la estación. Mas otras cinco de viaje, mas lo que llevábamos peleao desde la 7'30 de la mañana, y mas todo el día anterior. Llegamos por fin a Oviedo a eso de las doce y media de la noche.

Cuando me metí en mi cama pasadas la una de la mañana, no me lo podía creer. Menos mal que solo es una vez al año.


(al menos, alguno disfrutó del día viendo a la selección española. Y yo me alegro mucho por él por supuesto)

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